
ENTREVISTA A JAVIER MARRODÁN
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¿De dónde proviene tu pasión por el monte?
Empecé a salir al monte de forma regular con un amigo del colegio y su padre. Mi amigo era Juan Jesús Rosón. Tendríamos diez u once años. Su padre se llamaba Juanjo. Gracias a su Simca 1200 fuimos recorriendo la geografía del norte de Navarra y coronando las cimas más asequibles. Normalmente salíamos los domingos, almorzábamos un bocadillo de sardinas en la cumbre y volvíamos para comer. En una ocasión coronamos el Adi a pesar del mal tiempo porque Juanjo nos retó a contar las estacas de madera que sostienen la valla que asciende desde el collado de Urkiaga hasta la cima.
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¿Recuerdas el primer monte que subiste?
Quizá las Peñas de Antxoriz. Aunque también pudieron ser el Adi, el Treku, Peña Blanca o el Napoleón. Todos ellos forman parte de mis recuerdos un poco desvaídos de aquellas primeras salidas.
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¿Cuál es el que más te ha marcado?
Quizá el Baigura, un monte que he subido en bastantes ocasiones. El hecho de que me haya marcado no tiene tanto que ver con la ruta o el paisaje como con algunas decisiones que tomé hace un año mientras bajaba solo por el hayedo que conduce a los llanos de Areta.
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¿Prefieres hacer rutas solo o acompañado?
Disfruto mucho con las dos modalidades. He hecho grandes amigos en el monte y me encanta ir con ellos, pero también disfruto enormemente cuando voy solo.
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¿Cuáles son los tres utensilios que nunca dejarías de llevar?
Cantimplora con agua, reloj, teléfono móvil.
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¿Sueles combinar el periodismo con el montañismo?¿De qué manera?
Suelo ir siempre al monte con una cámara de fotos. Las primeras eran de negativos, ahora llevo únicamente el móvil. En 2008 abrí un blog en el que colgaba las fotos y escribía pequeñas historias y reflexiones. Últimamente me limito a publicar algunas fotos en Instagram. Cuando empecé a trabajar en Diario de Navarra (1988) me encargué de la sección “Los jueves montaña”. Todas las semanas escribía algo relacionado con el alpinismo. También he escrito más recientemente algunos reportajes extensos. El monte es un filón literario.
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¿Cuál es el monte que has subido en más ocasiones?
Probablemente el San Donato. Lo subí muchas veces desde Uharte Arakil mientras era estudiante porque se podía ir en tren hasta allí. También he repetido la ruta que parte desde Goñi. He acampado en varias ocasiones en el entorno y lo he coronado en todas las estaciones, solo, acompañado, por la mañana y por la tarde. Peña Izaga también la he subido muchas veces.
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¿Qué sentimientos son los que vives en el monte?
Sobre todo la gratitud: me resultaría una desconsideración no darle gracias a Dios por tantas maravillas como ha puesto a nuestra disposición.
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¿Cuál es el monte más bonito que has subido?
Me gusta mucho el camino viejo que asciende a la Mesa de los Tres Reyes desde el Rincón de Belagua. Es una ruta larga por la que ya no va prácticamente nadie, pero era casi la única posibilidad cuando la carretera moría poco después de Isaba, junto a la borda de Pedregón. El primer tramo atraviesa un bosque cerrado y acogedor donde se encuentra la cueva de Antxomarro. Una vez superado el collado de Larreria se llega a la reserva integral de Ukerdi, uno de los rincones más singulares y mejor conservados de Navarra. La última parte discurre por la cresta que une el Budogia y la Mesa.
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¿Cuál es el monte que más te ha fatigado subirlo?
Hace tres o cuatro años llegué agotado a la cima del Palas (2970 metros). La última hora discurre por la chimenea Ledormeur, larga, exigente en varios tramos. Disfruté mucho, pero la vuelta hasta el embalse de La Sarra se me hizo pesada. Aquel día pensé que quizá debía moderar mis objetivos. También recuerdo volver una vez reventado del Mendaur después de una tormenta torrencial.
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¿Cuál es el animal/ insecto que más te haya impactado verlo en el monte?
Me dio un susto tremendo un jabalí enorme que me sorprendió mientras cogía setas en la sierra de Izco, cerca de Abínzano. Otra vez, en cueva de la sierra de Alaiz, se nos echó encima una nube de murciélagos desvelados. Siempre es bonito ver sarrios o ardillas o corzos.
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¿Qué opinas de toda esa basura que la gente tira a la naturaleza?
Bastaría con tratar de dejar el monte como uno lo encuentra, aunque me temo que eso ahora es ya insuficiente: hay demasiada porquería. Es una pena encontrarte pañuelos de papel o latas o colillas cuando estás en un bosque aislado, lejos de la civilización.
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¿Cuál es el monte que has subido de mayor altitud?
El Aneto (3404). Lo subí con Josean Pérez Aguirre y Álvaro Bonet, ambos profesores de Fcom. Hicimos noche en el refugio de La Renclusa, empezamos a andar a buen paso cuando aún no había amanecido y llegamos los primeros a la cima, antes de que se formase el tradicional atasco en el Paso de Mahoma. Fue una ascensión redonda.
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¿Alguna vez has dejado a medias una ruta? ¿Por qué circunstancias?
Bastantes veces, casi siempre por el mal tiempo. Recuerdo una excursión al Anie en 1998 o 1999. Había muchísima nieve y toda estaba helada por el intenso frío. Llevábamos crampones y piolet, íbamos bien abrigados, pero aquello era como caminar por encima de un plato. Nos volvimos enseguida a pesar de que el día era espléndido. Al día siguiente, en el periódico se publicaron varias informaciones relativas a rescates practicados la víspera. En el Orhy un bombero perdió una pierna tratando de salvar a un montañero que había patinado en el hielo.
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Si tuvieras que recomendar tres montes a un principiante ¿cuáles serían?
1) El Treku desde Goñi, una subida muy cómoda que atraviesa un hayedo insuperable y ofrece magníficas vistas sobre Andía y la sierra de Satrústegi en la parte final. Apta incluso para niños.
2) El Zoratxipi desde el collado de Gorostieta, una ruta fácil e infrecuente entre Basaburua Mayor y Basaburua Menor.
3) El Acherito, un dosmil asequible que se puede subir por la Foya del Ingeniero y bajar por la Plana de Diego, con una panorámica espléndida del Pirineo.